"Viridiana sigue mi tradición personal desde L'Age d'or, y, con treinta años de distancia, son las dos películas que con más libertad he realizado".
Le Monde, 1 de junio de 1961
La censura española era entonces célebre por su formalismo cominero.
En un primer final, yo había imaginado, simplemente que Viridiana llamaba a la puerta de su primo. La puerta se abría, ella entraba, y la puerta volvía a cerrarse.
La censura rechazó este epílogo, lo que me llevó a imaginar otro final mucho más pernicioso que el primero, pues sugiere muy precisamente una relación trilateral. Viridiana se une a una partida de cartas entre su primo y la otra mujer, que es su amante. Y el primo le dice: «Sabía que acabarías jugando al tute con nosotros.»
Viridiana provocó en España un escándalo bastante considerable, comparable al de La Edad de oro, que me absolvió ante los republicanos establecidos en México. En efecto, a causa de un artículo muy hostil aparecido en "L'Osservatore Romano", la película, que acababa de obtener en Cannes la Palma de Oro como película española, fue inmediatamente prohibida en España por el ministro de Información y Turismo.
Al mismo tiempo, fue destituido el director general de Cinematografía por haber subido a escena en Cannes para recibir el premio.
El asunto causó tanto ruido que Franco pidió ver la película. Creo incluso que la vio dos veces y que, según lo que me contaron los coproductores españoles, no encontró en ella nada muy censurable (a decir verdad, después de todo lo que había hecho, la película debía de parecerle bien inocente). Pero rehusó revocar la decisión de su ministro, y Viridiana permaneció prohibida en España.
En Italia, se estrenó primeramente en Roma, donde marchaba bien, y luego en Milán.
El procurador general de esta ciudad la prohibió, entabló proceso judicial contra mí y me hizo condenar a un año de cárcel si ponía los pies en Italia. Decisión que fue anulada poco más tarde por el Tribunal Supremo.
Luis Buñuel
Mi último suspiro